domingo, 8 de julio de 2012

Cóctel de actualidad

La Roja hizo historia:



Todo el mundo lo sabe, España ha ganado la Eurocopa 2012.
En fútbol la selección no tiene rival, la roja ha sido la mejor y ha hecho historia, ya está entre los grandes. Consiguió lo que nadie ha hecho hasta ahora: ser tricampeones de una Eurocopa un Mundial y una 2ª Eurocopa de forma consecutiva.
Mientras Madrid ardía de júbilo, Valencia ardía literalmente en llamas con víctimas que yacen por el fuego.

Madrid, como el país entero, se despertó celebrando una victoria que el lunes pasado celebramos como nuestra, y nos hizo más felices.
Tras la euforia y el apogeo de la gesta, - ya se encargaron los medios de distraer nuestras mentes pasando miles de veces los goles de la final -, volvemos a la rutina de un país en coma, abatido por la prima de riesgo y la crisis acuciante.
Estos chicos han hecho que olvidemos la sangrante cifra del paro, el copago en Sanidad la próxima subida de impuestos, los innumerables recortes que se avecinan y un sinfín de temas grises que la roja tiñó de color.
Después de todo el fútbol, deporte de masas por antonomasia, une a un país, y la mejor selección de todos los tiempos proporciona alegrías fugaces para olvidar los problemas cotidianos.
Mientras los de siempre no saben hacer bien su trabajo, el ciudadano de a pie sufre las subidas de la luz, el gas y estrenamos julio con el copago sanitario, donde pensionistas y trabajadores pagaremos por nuestras recetas médicas.
A pesar de lo duro del momento, tenemos que empezar cada día con ilusión y optimismo para seguir adelante, que nuestro equipo gane no debe ser la única alegría para un país asfixiado al borde del rescate.

Para todos los que han saltado como yo celebrando cada gol de España contra Italia en la final del domingo, sólo una cosa quería añadir: deberíamos aplicar esa alegría y entusiamo en el trabajo y en nuestro hogar, es decir en el día a día.
Ver el lado positivo siempre ayuda a ser más feliz. Para qué amargarnos la existencia si Merkel no da tregua, ya sabemos lo que puede ocurrir. Por eso nunca antes un latinismo tuvo tanto sentido: “Carpe Diem”.

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