martes, 17 de julio de 2012

Cóctel de lectura

La vida sale al encuentro:



El título se refiere a un fantástico libro de Jose Luis Martín Vigil, - por eso lo subrayo -, autor de otro libro estupendo si cabe: Habla mi viejo.
Libro que reconozco cautivador, interesante, que engancha desde la 1ª página, prosa fácil y accesible a todo tipo de públicos. Gracias a una muy buena amiga lo he leído y me ha encantado.

Trata sobre las diferencias entre padres e hijos. Cómo el comportamiento y la relación paterno - filial puede cambiar al no existir comunicación entre ambas partes.
A todos os habrá pasado tener diferentes puntos de vista con vuestros progenitores.
Al fín y al cabo pertenecen a otra generación distinta a la nuestra, y hay cosas que ellos ven de otro modo. Pero a todos os habrá pasado también que los primeros en estar ahí cuando más los necesitais son ellos, sin pedir nada a cambio.

Esta obra va más allá, y plantea que la culpa no es de los padres, o de los hijos en exclusiva cuando un problema como las drogas entra en una familia.
Cada uno elige su camino, siendo mayor de edad, con  la educación recibida por los padres, más la propia forma de ser, el entorno social y las circunstancias hacen que de manera independiente se decida qué hacer, si se quiere desperdiciar la vida consumiendo cualquier tipo de estupefaciente o no.
Otra cosa es que la decisión tomada sea la correcta. Todos nos equivocamos más de una vez y lo bueno es rectificar. Uno de los personajes de la obra entra en esta diatriba.

Siempre lo mejor está por venir, lo mismo pasa con la lectura de esta obra. Como decía Mayra Gómez - Kemp “ hasta ahí puedo leer”, en este caso hasta aquí puedo escribir sobre la línea argumental.
En mi caso ya no cuento más sobre esta obrita envolvente, enriquecedora, y Premio Angular en 1985.  
A quien le pueda gustar este tipo de historia se la recomiendo encarecidamente.

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