sábado, 17 de marzo de 2012

Cóctel viajero

Londres, ciudad para perderse II:                                

Una de las curiosidades de Inglaterra es que no tienen persianas en las habitaciones.
Parece una tontería, pero si se piensa puede molestar la primera noche al dormir y tienes que acostumbrarte a que poco a poco veas amanecer todos los días.
Mañana fresca, recogemos, nos vamos hay mucho por descubrir en la tierra de Shakespeare. De momento a desayunar, preparadas para un desayuno “typical Spanish” error: café aguado, no saben lo que es un buen café.
Preparadas listas ya: Cogemos el plano, vamos hacia el metro y empieza la aventura turística.

Nos mezclamos entre la gente, los ingleses sentados, serios, acorbatados, y leyendo su periódico, apenas oyes más que murmullos. Pendientes de nuestra parada nos vamos.
Salimos del metro y llegamos a La Abadía de Westminster. Por cierto estamos en Europa nada es gratis. Es decir, hay que pagar por entrar a ver la abadía. Nos hacemos unas fotos y paseamos. A modo de curiosidad, cerca de allí están las tumbas de ilustres escritores ingleses,

Como es temprano, decidimos visitar el Museo Británico, pagas la entrada correspondiente. Ves una copia del Partenón griego e innumerables obras de arte...
Se pueden hacer fotos a los jarrones bizantinos, demás obras de arte y utensilios reservados en cristaleras. Recorres la historia del arte universal a través de sus obras.
Una verdadera joya. 

Vuelves a Picadilly Circus de repente un grupo de españoles subiendo una calle, como se nota. Los ves, los oyes, está claro los que más gritan. Los que más alegría dan y como si fueras uno de su familia hablas con ellos. Es lo bueno de estar fuera, conoces a mucha gente de todas partes.

Después sigues la ruta sin prisas por las calles, poco a poco disfrutando cada momento.
Nos preguntan: “¿francesas? O ¿italianas?” “No, españolas”, entre risas te paras y charlas con ellos unos minutos.

No supimos cómo, pero llegamos al Soho, barrio chino y gay de Londres, donde hay restaurantes chinos, luces, y mucha vida nocturna...
Otra dimensión: los puestos de fruta ubicados en medio de una calle estrecha, la gente agolpada comprando en plena tarde.
Las casas son más bajas de varias alturas y diversos colores rojo, gris, bares multitud de ellos, de diferentes tamaños y colores, terrazas llenas de gente joven de muchos países. De nuevo cámara en mano no pierdes detalle.

Ya se hace tarde hay que volver y no hemos visto ni Covent Garden, ni la citada Catedral. Todavía faltan días para saborear los típicos dulces ingleses y descansar en Covent Garden, al sol que siempre es un lujo allí.





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