martes, 3 de abril de 2012

Cóctel viajero

Londres, ciudad para perderse III:

Amanece un nuevo día y empieza la rutina, pero hoy la rutina nos ha sobresaltado a modo de sirena y luz roja en la habitación. Las 5 de la mañana. ¿Qué pasa? Nos preguntamos no pueden ser las 7 ya, ésto es una manera original de despertar. Quizás demasiado sonora, molesta y ruidosa. Cuando nos dimos cuenta y nos contaron es la alarma que salta cuando se detecta humo. Que se lo digan a Fabricio que le saltó varias veces en un día y todos los días de la semana. Eso es no dormir, por una penosa banda sonora.

Nos vamos a desayunar y recogemos todo, hoy toca El puente de Londres.
Mañana fresca, bajamos al metro y allá vamos. Salimos y hacemos fotos, ahora teníamos que visitar La Catedral de San Pablo. Llueve paraguas en mano a cobijarnos de la lluvia. Ante la fachada de San Pablo ya sabéis fotos bajo la lluvia.

Mediodía, volvemos a Picadilly Circus hay que comer y hoy nos apetece ir a un italiano.
Después un café y un cigarro, puesto que se podía fumar en las zonas habilitadas para ello. En Londres ya se dividían los locales de ocio en zonas entre fumadores y no fumadores hace ya muchos años.

Tarde soleada después de la que nos había caído previamente.
Hay una excursión a los almacenes Harrod´s organizada por el College, pués allá que fui.
Casi nos tratan a todos como delincuentes, ya que nos registraron las mochilas y nos cachearon antes de entrar. A ver se nos veía a todos que éramos turistas sí, no ladrones.
Al Fayed tiene un edificio comercial precioso, pero demasiado caro. No apto para economías medianamente normales. Eso sí, había peluches y recuerdos a precios más asequibles.
Procurad comprar regalos en otros establecimientos más baratos cuando vayáis, hay multitud de ellos.

Anda, qué rápido ha pasado el día, de nuevo vuelta a la zona este donde residíamos temporalmente. La residencia donde estábamos parecía La ONU, unos japoneses en kimono en la sala de estar, alemanes, franceses, italianos, y nosotras la alegría de la resi.
Los más limpios y avispados los japoneses, veías a los japoneses en kimono en la lavandería, de nuevo los japoneses con el mismo kimono que se les olvida cerrar la puerta de la calle cuando vuelven de la lavandería. Estos orientales tanto pescado crudo, no puede ser bueno...

Otro día os contaré aquella fiesta en un barco y qué fue del kimono de los japoneses.

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